Hechos 2:45: y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.
Escrito Por: Marianella Layana de Jácome
Aquí vemos otra marca distintiva de un verdadero hijo de Dios, una Iglesia que crece es una Iglesia generosa. Los cristianos de esa época estaban tan comprometidos que decidieron venderlo todo, sus posesiones ya no eran importantes para ellos, ellos no traían una ofrenda de dinero, ni tampoco trajeron una parte de lo que vendieron, ellos lo dieron todo, sus terrenos, sus casas, todas sus posesiones materiales. Estaban llenos de un espíritu de generosidad, con un deseo grande de que ninguno de sus miembros sufriese necesidad.
Era una Iglesia verdaderamente generosa. El dinero dice muchas cosas sobre nosotros, nuestra actitud hacia él, cómo lo gastamos, cómo lo invertimos. Pero ¿qué queremos que nuestra forma de dar hable de nosotros?
Para empezar nuestro dar debe ser en secreto, es algo intimo entre tú y Dios, no ante otras personas.
Dios no puede bendecir a hijos tacaños, egoístas, codiciosos, con su corazón puesto en las cosas materiales.
La primera razón por la que debemos dar es porque amamos al Señor y somos agradecidos por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y todo lo que nos ha dado. ¿Debemos tener muy presente que Jesús dio todo de sí por nosotros en la cruz del calvario, entonces qué tan difícil es para nosotros poder dar el diezmo? Dios nos ha bendecido más de lo que merecemos. Por todo lo que Él ha hecho por nosotros, por eso damos con un corazón lleno de amor de gratitud hacia Dios.
El ser generosos le demuestra al mundo de quienes somos, y el amor y la misericordia que Dios ha derramado en nuestra vida. Nosotros como hijos de Dios sabemos que nuestra morada y nuestra riqueza esta en los cielos, que todo lo que hay en la tierra es pasajero y nada nos llevaremos, cuando entendamos esto es cuando empezaremos a ser generosos en verdad.