Hechos 4:32-33 “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos”.
Escrito Por: Welinton Flores Flores
¡Unidad de espíritu! Los discípulos se amaban unos a otros, nadie luchaba por un fin personal, todos miraban hacia una sola dirección, “Obediencia a Cristo” como fruto de su gracia derramada. Así fue, es y será con nosotros sus hijos, porque el Espíritu Santo se nos ha sido derramado desde lo alto.
No se asombraron pues, que fueran de un solo corazón y un alma, cuando se desprendieron de esa manera de la riqueza de este mundo. En efecto, tenían todo en común, de modo que no había entre ellos ningún necesitado, y cuidaban de la provisión para ellos.
Un gran hombre mencionado por este hecho de generosidad: fue Bernabé. Hechos 4:36-37 Y José, un Levita natural de Chipre, a quien también los apóstoles llamaban Bernabé, que traducido significa “Hijo de consolación”, poseía un campo y lo vendió, trajo el dinero y lo depositó a los pies de los apóstoles.
En medio de una generación altamente materialista, nos hace bien mirar la generosidad de este hombre y replicarla. Oremos que Dios nos dé un corazón generoso ¿Nosotros también estamos dispuestos a exaltar a Cristo por encima de nuestros intereses personales, siendo ejemplos de compromiso, generosidad y amor?.
Padre Eterno, ayúdame a vivir una vida de amor para mi prójimo, a llorar con los que lloran, a consolar al desconsolado y ser generoso con el necesitado. Es el amor que me enseñas a sentir por los demás, despójame de todo sentimiento de materialismo y egoísmo que me lleve a pensar solo en mi necesidad. Guíame a mostrar mi generosidad en todo aspecto, porque todo lo puedo en Cristo, en el nombre de Jesús, Amén.