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Hechos 4:7 “Y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?”.

Por: Dayse Villegas Zambrano 

Dunamis no es un poder humano, sino dado por Dios a aquellos que han nacido del Espíritu. Estas personas no andan en su propia voluntad, sino que se mueven naturalmente bajo la autoridad de Dios. 

¿Quién nos ha dado el derecho a adorar, a predicar la salvación y a vivir una nueva forma de vida? Este es el cuestionamiento que el concilio de sacerdotes judíos les hizo a Pedro y Juan, acusados de sanar a un cojo. La respuesta de los apóstoles fue ejemplar: llenos del Espíritu Santo, proclamaron la autoridad de Jesús ante las autoridades que habían prohibido que se mencionara su Nombre. 

El poder del Espíritu se nota cuando nuestras palabras y nuestros actos apuntan a la glorificación de un solo Nombre: el de Jesús (Juan 16:14). No hay lugar para la exaltación de ninguna otra persona (Hechos 4:12). En él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28). Hemos sido tomados por un poder que no es de este mundo.

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