Hechos 9:22 “Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
El testimonio de conversión de uno de los más grandes siervos de Dios, nos permite obtener como cristianos lecciones de vida, que responden a lo que somos ahora en Cristo Jesús. Alguna vez alguien limitadamente pensó, “ser cristiano es como ponerle un traje nuevo a un hombre”. Que equivocada esta expresión, por cuanto, para nada es exacto ni vinculante para lo que estamos llamados a ser. Más bien por el contrario, la Palabra nos presenta un verdadero proceso de metamorfosis, con el nuevo nacimiento de toda persona que ha rendido su vida a Cristo con un corazón contrito y humillado, recibiéndole como su Salvador y Señor, siendo al principio un bebe espiritual que irá creciendo poco a poco, paso a paso, tomando leche al inicio, para luego ir comiendo lo sólido de la Palabra para que vaya creciendo a la estatura de Jesús.
Es necesario tomar el principio bíblico que sostiene que nuestra fe no es y no debe ser superficial. Al final del día, el cristianismo no es un parche o trabajo de reparación. Es más bien una transformación integral de 180 grados. No está dando vuelta una nueva hoja, está obteniendo una nueva vida en Cristo, Gloria a Dios. Y es precisamente esto lo que le sucedió a un hombre llamado Saulo de Tarso, quien luego de su encuentro con Jesús se convirtió en un hijo de Dios y conocido entre los gentiles, ahora como Pablo.
Por todo lo mencionado de esta transformación en una nueva criatura, es necesario completar el cuadro en la vida del apóstol Pablo, considerando que al cruzar la barrera que antes le había impedido ver la hermosura de Cristo y profundamente ilustrado en la revelación preparatoria del Antiguo Testamento e impresionado hasta las fibras más íntimas de su ser por su encuentro personal con el Señor Jesucristo; pasó en seguida a una exacta comprensión de la Persona de Jesucristo como Consumación de las promesas de las Escrituras.
Dicho en otras palabras, inmediatamente de su conversión no descansó en presentar al Cristo vivo y resucitado, quien está a la diestra de Dios Padre intercediendo por todo aquel que haya entregado su vida por completo a Él. Lo concluyente de todo, es que tanto el apóstol Pablo como tú y yo, y todo aquel que tenga a Cristo Jesús en su vida, está llamado a hacer lo mismo, lleno de amor, pasión y un deseo inquebrantable, a compartir al mundo entero que Cristo es real y Vive por la Eternidad.
No perdamos más tiempo, por cuanto el tiempo se acaba, Cristo viene pronto, proclamémoslo predicándolo a tiempo y fuera de tiempo, esforzándonos cada día por presentarlo con nuestra propia vida, como testimonio viviente de la trasformación que un día realizó en nosotros, Shalom.