Isaías 29:13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
La Palabra de Dios nos exhorta el día de hoy, a una reflexión profunda, pues nos llama a mirar a lo más recóndito de nuestro ser, y ese lugar tan insondable es nuestro corazón. Por eso, tenemos que buscar a Dios para que nos ayude a realizar un examen al fondo de nuestro corazón y nuestros sentimientos. A manera de ejemplo, podemos ver en David, quien le pidió a Dios que le escudriñe para que sus verdaderos sentimientos le sean revelados, Salmos 26:2 “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”. Lo precioso de Dios es que, a pesar de conocer nuestro corazón, y aunque nuestra vida no sea perfecta, Él reconoce la sinceridad de nuestro profundo deseo de agradarle sobre todas las cosas.
Amados hermanos y amigos debemos considerar que, como pecadores siempre tendremos la tendencia a pecar, pero cuando el corazón se entrega en compromiso a agradarle a Dios, Él mira su verdadera intención y reconoce sus verdaderos pensamientos, y es ahí donde nuestro corazón se alinea con el del Creador y nuestra adoración se vuelve sincera.
Esto nos lleva a mirar con mucha objetividad que, con un corazón doblegado al Eterno entreguemos nuestra adoración al Padre como Él lo merece. Porque al reflexionar, que en la adoración muchos cantan acerca de Dios, pero nunca lo han realmente experimentado, tienen un conocimiento de mente, pero falta lo más vital, que es el conocimiento del corazón. En tal sentido, el punto principal es que toda adoración necesita ser centrada en Dios, y debe ser doctrinariamente sana para que las personas tengan un tiempo para exaltar a su Creador y Salvador.
La adoración enalteciendo a Dios es enormemente poderosa y nos permite cambiar nuestro enfoque y alabanza hacia Dios. Por esto amados hermanos y amigos, si explora que su corazón no ha sido perfecto y que su alabanza no es sincera, entonces pida a Dios para que transforme ese corazón de piedra y lo convierta en uno que realmente viva para Él.
Al final del día, una alabanza sincera y una vida comprometida a adorarle solamente se la consigue cuando Dios es nuestro mayor anhelo y cuando Su Palabra habita en abundancia en nuestra vida, llevándonos a una obediencia creciente, cimentada en un gran amor al Señor.
Shalom, Cristo viene pronto.