Isaías 33:3 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
Jesús comienza su ministerio anunciando su evangelio por diversas ciudades de Galilea, la gente que le seguía deseaba escuchar las palabras del Maestro, les refrescaba el alma, encontraban paz en sus afligidas vidas. Algunos deciden seguirle para escuchar más acerca de Dios, un descanso en sus angustiadas vidas, muchos los seguían, pero no todos estaban dispuestos a seguirlo, como el caso del joven que hizo lo necesario para ser un discípulo suyo, cuando Jesús le pidió que vendiera todo lo que tenía para dárselo a los pobres y luego seguirle, aquel joven se detuvo y se alejó con mucha tristeza evidentemente no cumplía la condición de discípulo del maestro. Él era un creyente, pero no cumplió con los pasos necesarios para ser un buen discípulo de Cristo, ser un discípulo era algo que para él traspasaba los límites de sus intereses personales.
Para lograr la distinción de ser discípulo del Maestro, debe haber una relación íntima con Dios, que transformará la vida. Permita que el Maestro cambie su vida evidenciando las cosas que tiene que corregir, las obras de un discípulo se hacen realidad como consecuencia de conocer a nuestro Dios. Comience a caminar con Dios, lea su Palabra, déjese moldear, quebrántese a los pies del Maestro y acepte su guía y le llamara a ser su discípulo, el Maestro estará atento a su decisión.