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Isaías 53:10-11 “Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

Por: Dayse Villegas Zambrano

“Cuando haya muerto, verá vida”, dice la profecía de Isaías, y suena como un gran enigma. Es lo que se llama una eucatástrofe, una palabra acuñada por el autor de la saga El señor de los anillos para describir una situación que parece que terminará en desgracia pero que, de súbito, tiene un final feliz. 

El escritor, al explicar esta palabra, afirmó que el mejor ejemplo es la encarnación de Jesús, la eucatástrofe de la historia de la humanidad, y que la resurrección es, la eucatástrofe de la encarnación. Nuestra historia parecía que terminaría en tragedia allí en el sitio de la caída, en Edén, sin embargo, empezó una larga historia que culminó en la redención. La historia de Jesús, como querían sus enemigos, parecía que terminaría en la tumba, pero continuó en su glorificación y ascensión a los cielos. 

Nuestra historia y la de Jesús no han terminado. Seguiremos viendo vida. Esperamos su retorno glorioso y todos los acontecimientos a partir de entonces. Hay una eternidad aguardando por nosotros. Hay tanto por hacer, y mucho fruto que dar, pues una vez salvados, no somos espectadores; entramos a ser parte importante de la historia. Él, como protagonista de la salvación, ha triunfado. Nosotros, como los salvados, tenemos el poder y el derecho adquirido por Jesús de triunfar cada día en lo que se nos ha encomendado: la predicación, el discipulado, la intercesión, las buenas obras. Tomemos nuestro papel, seamos parte activa de esta gran historia.

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