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Isaías 9:6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Por: Ps. David Pérez Vera

Hoy tenemos la oportunidad de estar frente a una de las más hermosas promesas poéticas del nacimiento de Jesús. Ya que año a año sino lo recitamos, lo escuchamos cantar cuando celebramos la Navidad. Esta porción bíblica, se refiere a una de las verdades más grandes de la Palabra de Dios: la encarnación de la segunda Persona de la Trinidad, “un niño nos es nacido, hijo nos es dado”. 

Dios se haría parte de la raza humana. Un niño recién nacido sería llamado “Dios fuerte, Padre eterno”. Podemos aceptar esta verdad por fe, pero no podemos comprender plenamente lo que significó para nuestro Salvador revestirse de la naturaleza humana. Por ello el apóstol Pablo nos dice que tomó la forma de siervo y vino a la tierra como un ser humano. “Por lo cual Dios Padre también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, Jesús”. 

Todo esto se dio, en un momento de tanta oscuridad para la humanidad, hace aproximadamente 2000 años atrás. Hoy, no hay mucha diferencia a pesar del tiempo transcurrido en la humanidad actual, ya que la oscuridad sigue reinando en la vida de muchas personas en el mundo. Por ello acojámonos en esta navidad a la promesa de Dios, su Hijo vendría como esa Luz que brillaría, en cualquier persona que viviera en la sombra de la muerte. Por cuanto Jesús es “Admirable, Consejero” y “Dios fuerte”. El mensaje de esperanza está para ti hoy al alcance de una decisión. Entrega tu vida a Cristo si aún no lo has hecho. Shalom.

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