Jonás 1:3 “Pero Jonás, en lugar de obedecer, trató de huir del Señor. Se fue al puerto de Jope, donde encontró un barco que estaba a punto de salir rumbo a Tarsis, compró un pasaje y se embarcó para ir allá”.
Por: Daniel Mora Jiménez.
Dios había dado una orden a Jonás, sin embargo, él se negó a obedecer cambiando la ruta donde debía dirigirse, pensando que podía huir de la voluntad de Dios, esta posición lo llevó a vivir un sin número de adversidades, provocando el arrepentimiento de Jonás y cambiando su conducta de desobediencia, a una entrega de obediencia al mandato de Dios.
Este relato de la biblia nos deja varias lecciones; primero, la voluntad de Dios está por encima de todos nuestros pensamientos o decisiones, por lo tanto, lo que Él ha ordenado eso se cumplirá, pero cuando le desobedecemos nos alejamos de su voluntad, y de ese modo Dios tiene que llevarnos por procesos en ocasiones dolorosos, a fin de que entendamos que su voluntad es buena, agradable y perfecta, como le ocurrió a Jonás.
Otra cosa que podemos encontrar, es que su desobediencia produjo el sufrimiento de todos los que estaban con él, esto nos deja la lección del gran perjuicio que podemos producir en la vida de nuestras familias, puesto que las malas decisiones nos llevan al fracaso, la vergüenza, la desolación, no solo nuestra, sino también de nuestros hijos.
Por último, vemos la enorme prueba que pasó Jonás, siendo tragado por un gran pez, esto nos demuestra la fuerza con la que Dios muchas veces tiene que procesarnos para que podamos obedecerle, puesto que nos comportamos como necios y somos rebeldes ante su Palabra, por ello Dios tiene que usar las aflicciones o las pruebas, como un megáfono que nos alerta el error en el que estamos viviendo, las pruebas son los desiertos al que Dios nos lleva para hablarnos al corazón y al final cuando salgamos aprobados seremos grandemente recompensados, su palabra expresa que dichoso es aquel que persevera en la prueba, puesto que recibirá la corona de la vida, prometida para los que le aman.