Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Debemos comprender la analogía de Jesús sobre las ovejas, los pastores y los ladrones. En esta analogía, el pueblo de Dios son las ovejas, Jesús es el pastor y los ladrones son cualquiera que se acerque a las ovejas ilegítimamente y con malas intenciones.
Desde los primeros libros de la Biblia, el pueblo de Dios es comparado con ovejas (Números 27:17). Por ello, esta imagen ya era conocida cuando Jesús la usó, y sigue vigente hoy en día. En cualquier época o lugar en que vivan, el pueblo de Dios es una oveja que necesita a alguien que lo cuide: que lo guíe a buscar comida y agua, que lo rescate cuando se extravía y que lo defienda de lobos y ladrones.
Pero ningún ladrón triunfará contra el rebaño del “buen pastor”. El buen pastor, asume el daño que el ladrón pretende para las ovejas y neutraliza la amenaza. Las ovejas ya no corren peligro de ser asesinadas, robadas o destruidas. Y el pastor hace más que eso. No solo protege y sustenta su vida actual, sino que la hace abundar.
Así que, la oferta de Jesús de vida abundante significa que tenerlo como tu Pastor es, sin duda, lo mejor que te podría pasar. La comprensión de Jesús de la vida abundante no es tu mejor vida ahora. Es mucho más, significa que cualquier cosa que este mundo te dé o te quite no importa tanto, porque te espera una vida más allá del presente que supera con creces esta en todos los sentidos. Ser conocido por Cristo y seguirlo significa ser recibido con él en la gloria y ser colmado con las “inmensurables riquezas” de la gracia de Dios, riquezas tan abundantes que desafían todo cálculo. Y no sólo por un momento sino por “las eras venideras”, confía en sus promesas que son fieles y verdaderas, Amén.