Estamos Ubicados en:
Ximena 421 y Padre Solano,
info@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216
Berajot
berajot@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216

Juan 13:34-35 – “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros”.

Por: Ericka Herrera de Avendaño

El amor es el fundamento sobre el cual se edifica la iglesia de Cristo. Jesús nos dejó un mandamiento claro y poderoso en Juan 13:34-35: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros”. El amor que nos tenemos unos a otros es la señal distintiva de que somos discípulos de Cristo. Este amor no es superficial ni condicional; es un amor sacrificial y profundo, reflejo del amor que Cristo nos mostró al dar su vida por nosotros. Cuando la iglesia vive en este amor, se convierte en un testimonio vivo del poder transformador del evangelio.

Edificar la iglesia en amor significa que nuestras acciones, palabras y actitudes están motivadas por un deseo sincero de ver a otros crecer en su fe y conocimiento de Cristo. Colosenses 3:14 nos recuerda: “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. Este amor nos une y nos fortalece como cuerpo de Cristo, permitiéndonos apoyarnos mutuamente y construir una comunidad sólida y vibrante.

Una iglesia que se edifica en amor no solo se fortalece internamente, sino que también se convierte en un faro de esperanza y luz para el mundo. El amor y la unidad que mostramos son un poderoso testimonio de la fe que profesamos. En Juan 17:21, Jesús ora por la unidad de sus seguidores, “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”.

Amada iglesia, recordemos que el amor es el fundamento de nuestra fe y el testimonio más poderoso que podemos ofrecer al mundo. Al edificar nuestra comunidad en amor y vivir en unidad, mostramos al mundo que somos discípulos de Cristo y reflejamos su amor incondicional. Que cada acto de amor y servicio sea un testimonio de nuestra fe en Jesús, y que, a través de nuestra unidad y amor, otros sean atraídos al Salvador que nos amó primero.

Usamos cookies para una mejor experiencia de usuario.