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Juan 14:15-16 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

Por: David Agustín Pérez Vera

El Eterno nos habla por medio de Su Palabra sobre sus atributos y en tal sentido siempre encontramos que Él es Amor, Justicia, Benevolencia y mucho más. En este día encontramos de manera imperativa, una disposición que es muy importante destacar y es la relación entre amor y obediencia que se expresa en el versículo de nuestro devocional. 

Es muy cierto, que a menudo pensamos en el amor divino, como algo abstracto o intangible. Sin embargo, aquí se nos recuerda que el amor verdadero, se demuestra a través de nuestras acciones concretas en el día a día. En otras palabras, no es suficiente decir que amamos a Dios, sino que debemos demostrar este amor, a través de nuestras acciones y el cumplimiento de sus mandamientos. Es decir, matizado con acciones diarias, nuestro pensar, hablar y actuar deben converger en guardar y poner por obra la Palabra de Dios, que es el alimento diario que nutre nuestro espíritu para un sostenido crecimiento, desarrollo y madurez espiritual. 

Es claro que el enlace entre amor y obediencia puede ser intimidante para algunas personas, por cuanto, ¿cómo podemos estar seguros de que estamos siguiendo los mandamientos del Eterno correctamente? Favorablemente, la Palabra nos proporciona una guía clara sobre cómo vivir según la voluntad perfecta de Dios. Al encontrar en las Sagradas Escrituras y estudiar sus instrucciones, podemos vislumbrar mejor lo que Dios espera de nosotros y, por lo tanto, seguir sus mandamientos con mayor seguridad y confianza.

Hoy tenemos la oportunidad una vez más de buscar la verdad y la comprensión de la voluntad perfecta del Eterno, siendo conscientes, de que son procesos incesantes y es normal tener preguntas y dudas sobre lo que se nos pide hacer. Sin embargo, con la fe puesta en el Señor Jesucristo, debemos esforzarnos por confiar en la sabiduría de nuestro Padre Celestial y seguir sus enseñanzas permanentemente. 

En tal sentido, algunas personas pueden sentirse abrumadas por la idea de seguir todos los mandamientos de Dios, pero es importante recordar que el Eterno no espera que seamos perfectos, porque el único perfecto es Él. En cambio, lo que debemos hacer, es dar lo mejor de nosotros para vivir según sus enseñanzas y pedir su Gracia y Perdón cuando fallamos. Al final del día, lo importante es que tengamos la disposición de hacer lo correcto y el deseo de seguir acercándonos al Eterno y Soberano Dios cada día.

Amado Padre Celestial, hoy te damos gracias por medio de Tu Hijo Jesucristo, por este nuevo día.  Necesitamos de tu amor, protección, provisión, compañía y ayuda necesaria para guardar tus mandamientos que no son gravosos, Shalom

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