Juan 14:16-17 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Jesús, al despedirse de sus discípulos, les aseguró que no estarían solos. Prometió enviar al Espíritu Santo, el Consolador, para morar con ellos y en ellos. Esta promesa no solo se cumplió en el día de Pentecostés, sino que sigue vigente para cada creyente que pone su fe en Cristo.
El Espíritu Santo no es una fuerza impersonal, sino la presencia misma de Dios en nuestras vidas. Él nos guía a toda verdad, ilumina las Escrituras para que podamos entenderlas y nos capacita para vivir conforme a la voluntad de Dios. En medio de nuestras luchas y dudas, el Espíritu nos consuela, recordándonos que somos hijos amados de Dios y que Él tiene un propósito eterno para nosotros.
Sin embargo, el mundo no puede recibir al Espíritu porque no lo reconoce ni lo entiende. Pero nosotros, los creyentes, lo conocemos porque Él habita en nosotros. Esta realidad transforma nuestra vida diaria, dándonos poder para testificar de Cristo con autoridad y para vivir de manera que glorifique a Dios.
Hoy, reflexiona sobre la presencia del Espíritu Santo en tu vida. Pregúntate: ¿Estoy siendo sensible a su voz? ¿Dependo de Él en mi caminar diario? Permite que su presencia te llene y guíe en cada área de tu vida. Padre Celestial gracias por darnos al Espíritu Santo. Ayúdame a ser consciente de Su obra en mi vida y a depender de Su guía en todo momento. Fortaléceme para ser un testigo fiel y vivir de acuerdo con tu propósito, Amén.