Estamos Ubicados en:
Ximena 421 y Padre Solano,
info@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216
Berajot
berajot@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216

Juan 14:16 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:”

Escrito por: Dayami González López

Cuando Jesús ascendió al cielo nos dio la promesa,  de que nos dejaba a uno de la misma naturaleza de Él. Al Parakletos, al Espíritu Santo. 

Esta promesa se cumple en nuestras vidas si hemos aceptado a Jesús, como nuestro único y suficiente Salvador. Una vez dado este paso de fe, dentro de nosotros habita el Espíritu Santo, aquel que conoce la mente de Dios, que ruega por nosotros ante el padre con gemidos indecibles, que nos da la sabiduría para entender la palabra de Dios en nuestras vidas, pues fue Él quien la inspiró. A través del Espíritu Santo no sólo podemos comprender la Palabra de Dios, sino que nos da fuerzas para aplicarla en nuestras vidas. Él no anula nuestro propio espíritu y la voluntad.

En la carta a los Romanos 7:19, Pablo nos dice: “no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”.  Esto es una realidad también en nuestras vidas, muchas veces nuestra carne va a preferir hacer las cosas que le ofrecen un placer temporal, actitud contraria al plan de Dios para nuestras vidas.

Para poder actuar en el Espíritu Santo, debemos dejar que Dios crezca y nosotros mengüemos. Un viejo adagio popular reza: Si tenemos 2 perros en casa, crecerá más a aquel a quien más alimentemos. Si queremos estar llenos del Espíritu Santo en nuestras vidas para hacer su voluntad, si queremos que decrezcan las obras de la carne, debemos alimentar nuestra vida espiritual y dejar morir de hambre nuestras pasiones.

Usamos cookies para una mejor experiencia de usuario.