Juan 15:11. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
Escrito Por: Dilvany Gámez de Moreno
Si hacemos un pequeño ejercicio mental, al escuchar la palabra gozo, ¿qué es lo primero que se le vienen a la mente? Alegría, algarabía, festejo. El gozo suele ser relacionado con una actitud externa y que puede producirse por circunstancias favorables de la vida cotidiana, sin embargo, a la luz de la Palabra de Dios, esta idea aparente pierde fundamento, debido a que el gozo no lo produzco porque yo me mentalice en ser una persona super positiva y feliz con una sonrisa en los labios, tampoco, es resultado de alcanzar metas personales; en síntesis, no es un acto de voluntad propia.
Resulta oportuno, meditar, sobre este fruto del Espíritu Santo; la fuente de mi gozo es el Señor Jesucristo, así como también, es inherente del que ha nacido de nuevo; el gozo es un regalo que nos hace el Salvador, es decir, por la gracia de Dios podemos experimentar el gozo en nuestro caminar diario con el Señor.
Jesucristo, estaba declarándole a los discípulos que una vida de obediencia a Dios y de permanencia en su amor nos ayudará a experimentar aún más el gozo, es decir, usted y yo estamos completos en el Señor, en otras palabras, no depende de lo que tengo o de las circunstancias, sino que, el gozo del Señor es mi fortaleza, (Nehemías 8:10).
Se preguntará y ¿en tiempo de dolor debo sentir gozo?, a pesar del dolor que sintamos en nuestra frágil humanidad, en mi hombre interior yo puedo experimentar su gozo como una actitud interna, que nos permite mirar con esperanza el mañana creyendo que Dios es bueno y tiene el control de todo lo que me sucede.
Para finalizar medite, ¿Estoy creciendo en el gozo del Señor?, ¿Cuándo estoy abrumado por los altos y bajos de la vida me regocijo en el Señor?, ¿Me regocijo con mis hermanos en el templo?.