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Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. 

Por: Nelly Jácome de Pérez

Santificar quiere decir hacer santo, separar. Jesús pide la noche antes de su crucifixión que sus discípulos sean un pueblo santo, separado del mundo y del pecado, para adorar y servir a Dios. Debe separarse a fin de estar cerca de Dios, vivir por Él y ser semejante a Él.

No es santo aquel a quien declaran santo los mismos hombres, tampoco aquel que hace obras de caridad, tampoco el que procura la paz mundial; es santo quien se aparta del pecado, entrega su vida a Jesucristo y vive en obediencia a la Palabra. Estos son los verdaderos hijos de Dios, los escogidos, a quienes está reservado el reino de los cielos.

La verdad es tanto la Palabra viva de Dios (Juan 1:1) como la revelación de la Palabra escrita de Dios, la Biblia. Escudriñar la Biblia, alimentarnos de la Palabra de Dios, es un proceso que santifica; dado que la Palabra de Dios entra a lo más profundo de nuestro ser y nos transforma, nos revela el pecado que hay en nuestras vidas y nos capacita para el arrepentimiento y el cambio de vida. Esta obra de transformación es hecha por el Espíritu Santo de Dios (Juan 14:17; 16:13), a quienes creen en la Palabra, a quienes se humillan delante de Dios y a quienes son obedientes a sus mandatos.

En la medida en que como creyentes nos demos cuenta de esto, cumpliremos Su voluntad y llevaremos a cabo Su propósito. El creyente ha sido apartado por la Palabra de Dios. Y esa Palabra, revela el sentir de Dios. Al leer la Palabra, el creyente es guiado a apartarse para dedicarse a un servicio particular. Y todos nosotros podemos servir a Dios en la medida que conocemos Su Palabra y la obedecemos, Maranatha ¡Cristo viene pronto!.

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