Juan 17:20 “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Que gozo inmensurable conocer que Jesús nos tuvo a usted y a mí en su pensamiento. Ahora, muchos siglos después, podemos saber que nuestro gran Sumo Sacerdote estaba orando por nosotros. Jesús incluye en su oración a todos aquellos que posteriormente van a convertirse en sus seguidores, debido a la fidelidad y arduo trabajo de sus discípulos; él mismo confiaba plenamente, en que estos, iban a continuar con la obra a la que él había dado inicio.
En Mateo 16:18, Jesús sabía que las puertas del Hades no se mantendrían contra su iglesia. Ésta oración ha sido contestada. La Iglesia es una unidad orgánica. Los creyentes son uno en Cristo, porque la Iglesia es un cuerpo, y en el momento en que cualquier pecador confía en Cristo, ese pecador pasa a formar parte del cuerpo de Cristo. Como hijos de Dios, somos llamados a cumplir con la gran comisión que el Señor nos dio: “id y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:18-19). Llevemos confiadamente la verdad de la salvación al mundo porque tenemos la autoridad divina de Jesús que nos capacita y nos da sabiduría.
Debe ser nuestro anhelo como hijos de Dios, ser de buen testimonio, en virtud de que somos cartas abiertas al mundo. El mundo no creerá a Jesús, si ve en nuestra vida, que no hay una correspondencia de lo que decimos, con lo que hacemos, si con nuestras acciones y palabra vituperamos la sangre de Cristo.
Nuestro trabajo es ser obedientes a su mandato y ser mensajeros fieles, contando a otros acerca de su gracia que nos salva por medio de la fe en Él. Cada vez que seamos sus instrumentos de reconciliación, el Señor Jesucristo atraerá, por medio de la obra del Espíritu Santo, hombres y mujeres a Él, Maranatha ¡Cristo viene pronto!.