Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
El amor de Dios es incomprensible, no lo podemos entender plenamente. ¿Cómo es posible que Dios desee salvar a una humanidad rebelde? ¿Cómo es posible que Dios quiera redimir a aquellos, que no merecen nada excepto la condenación?. La hostilidad profunda que el ser humano siente hacia Dios, nos ha conducido a todos al pecado (Romanos 3:23). El resultado de ese pecado, que comenzó con Adán y Eva, ha sido miseria, sufrimiento, muerte, todo el mal que hay en el mundo y finalmente, la enorme brecha que separa al hombre de Dios (Isaías 59:2).
Pero el amor de Dios supera el obstáculo del pecado. Podemos decir que el pecado es algo grande, pero más grande es el amor de Dios. El pecado destruye, pero el amor de Dios construye. El pecado deshumaniza, pero el amor de Dios nos hace verdaderos seres humanos. El pecado mata, pero Dios da vida. ¡Cuán grande es el amor de Dios!.
El Amor de Dios es tan inmenso que El provee, El provee, un camino para salvar a la humanidad perdida por sus pecados. Su Amor es tan Grande, tan inmenso, que Él no puede dar sino lo mejor de Él, a su Hijo unigénito. Cuando el amor es grande uno da lo mejor. El Padre nos dio a su Hijo, el regalo más grande que puede existir. Dios es perfecto, por tanto, su regalo es perfecto: Jesús es Dios y por tanto perfecto. Dios es santo, por tanto, su regalo es santo: Jesús jamás pecó ni podía pecar. Dios es infinito, por tanto, su regalo el cual es Jesús, ofreció un sacrificio de poder infinito para salvar a los pecadores.
¿Cómo va a influir en su vida el significado de este contundente versículo? ¿Continuará siendo para usted, solo un eslogan la escritura de Juan 3:16? ¿O va a permitir que este mensaje verdadero cale en lo más profundo de su mente y cambie su forma de vivir?.