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Juan 3:17 “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.

Por: Ps. David Agustín Pérez Vera

Hoy es un día especial, que el Eterno lo hizo para que Su Pueblo se goce y se alegre. En tal virtud amados hermanos y amigos tenemos en este día la dicha de recibir esta Palabra, que trae consigo una hermosa revelación, del propósito de la vida de Jesús en esta tierra.

La Palabra de Dios nos manifiesta el propósito del Eterno, al enviar a Su Hijo a este mundo. El cual, no fue para condenar (palabra del griego: krine) al mundo, sino para salvarlo. Por lo mencionado es menester mirar profundamente la palabra Krine, misma que puede significar juzgado o condenado. Cuya verdad vale la vida repetirla, nuestro Dios Todopoderoso mandó al Hijo, no para condenar al mundo, sino para salvarlo. ¡¡¡Gloria a Dios!!! 

Meditando esta maravillosa verdad, vemos que, la manifestación de Jesús en el texto de nuestro devocional, parece a simple vista estar en conflicto con Juan 9:39 donde “Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. Sin embargo, lo que se evidencia de manera imperante en ese contexto es la falta de fe, la cual, cerrando la puerta al amor del Eterno, convierte su amor en juzgamiento. La separación entre aquéllos que aceptan Su perdón y aquéllos que lo rehúsan es inevitable; pero los que lo rehúsan se juzgan a sí mismos, convirtiéndose en una verdad irrefutable sobre la vida de todo aquel que rehúsa recibir a Jesús como el Señor y Salvador de su vida.  

Amados hermanos y amigos, era necesario que el Eterno Padre enviará a Su Hijo para salvar al mundo, porque el mundo necesita salvación, por encontrarse perdido. La labor, acción y Obra de Jesucristo es eficaz, sólo si el mundo acepta la salvación profesada, Apocalipsis 3:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, en tal sentido, cada persona toma la decisión de aceptar el llamado y abrir puerta de su corazón para aceptar al Salvador, Jesucristo.

Eterno y Soberano Dios, gracias por tu amor, nuestro corazón está abierto para ti Señor Jesús, quédate con nosotros, que tu presencia nos bendiga siempre y así estemos seguros para caminar en este mundo y por la eternidad, Shalom.

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