Juan 3:30 “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Por qué es necesario que pasemos por adversidades? Juan el Bautista entendió que, una vez iniciado el ministerio de Jesús, él perdería protagonismo. “Es necesario”, les enseñó a sus discípulos, que estaban preocupados porque el maestro de Nazaret estaba bautizando y ganando más seguidores que Juan.
La humilde respuesta del Bautista nos explica muchísimo. “No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido”.
Juan entendió que cuando Cristo está ministrando a los suyos, no queda más que menguar y ser humildes. Dejarlo actuar. Esa exaltación de Jesús sucedía al mismo tiempo que la humillación de Juan, su encarcelamiento y su muerte. Juan, aun siendo un ser humano con temores, entendió que era necesario. Que la ministración de Jesús ocurre no solo durante la alabanza o la oración congregacional, durante el culto y la celebración, sino que a menudo ocurre durante las tribulaciones. Y aseguró a los discípulos que lejos de sentirse amargado o celoso, él se gozaba.
La adversidad es un tiempo que a nosotros nos parece amargo, pero puede ser la ocasión para que el Señor Jesús nos ministre. Cuando estemos en medio de ella, no maldigamos. Digamos como Juan: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”. La tribulación no es tiempo para el yo ni para la división. Es tiempo para él. Las aflicciones a menudo nos obligan a bajar la mirada y a concentrarnos en nosotros mismos. Pero si somos conscientes de que en estos momentos Dios está obrando, levantaremos los ojos y nos concentraremos en él. Esperaremos su exaltación, y al verla, diremos como Juan: “Mi gozo está cumplido”.