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Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

La enseñanza de Jesús de que hemos pasado de muerte a vida significa que hemos sido sacados de un estado de muerte espiritual y llevados a la vida de Dios en Cristo (Colosenses 2:13). En un tiempo estábamos alejados de Dios, la Fuente de la Vida, pero ahora estamos unidos a Cristo y disfrutamos de la comunión con Dios (Efesios 4:18).

El verbo “ha” es tiempo presente, lo que significa posesión actual de la vida eterna. En otras palabras, la vida eterna es una realidad presente: un don concedido a los creyentes en el momento en que depositan su confianza en Cristo (Juan 3:16).

La seguridad de la vida eterna es más que un pensamiento reconfortante; cambia fundamentalmente nuestra perspectiva sobre el juicio final. En lugar de miedo y temor, podemos afrontar el juicio con valentía y confianza, porque hemos pasado de la muerte a la vida. 

La seguridad del cristiano no es pasiva; es una esperanza resistente que prospera en medio de las pruebas de la vida. Nos “gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5).
Habiendo pasado de la muerte a la vida por la gracia de Dios, estamos sobre el firme fundamento de la obra consumada de Cristo. Podemos afrontar el juicio con confianza en las promesas eternas de Dios. Esta seguridad es una fuente de consuelo, esperanza y motivación para vivir la voluntad de Dios aquí y ahora. Estamos viviendo en Su voluntad?, Amén.

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