Juan 8:32 “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
En el contexto del conocimiento humano, son verdaderas muchas cosas. Pero sólo hay una verdad que librará a las personas del pecado, de la destrucción y del dominio de Satanás: la verdad de Jesucristo que se encuentra en la Palabra de Dios.
Cuando somos salvos, Cristo nos libera de la esclavitud del pecado, hasta el momento en que lo aceptamos como Señor y Salvador. Estábamos en la esclavitud de los deseos de la carne y de la mente, siendo gobernado por el príncipe de la potestad del aire. “En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia.
En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios” Efesios 2:1-3. No había manera de liberarnos del pecado, si Él no nos hubiera rescatado. Bajo esa triste condición, el único fin cierto era el juicio.
Cuando tenemos libertad viviendo en el Espíritu, experimentamos a Jesús como el soberano, el resucitado, el Señor vivo del universo, el vencedor; y fuente inagotable de amor, poder y gracia. Jesús enseñó a sus discípulos, con la Palabra y el ejemplo, a obedecer la voluntad divina y como resultado de ese estilo de vida, obtuvo la glorificación por parte del Padre Celestial, sentándolo a su diestra para siempre y otorgándole autoridad en el cielo y en la tierra (Filipenses 2:9-11). La plenitud de una vida útil, con la bendición de Dios, se encuentra en escuchar y obedecer su Palabra.
Para “conocer la verdad” es determinante asumir personalmente la pasión de participar con el Señor en una íntima relación de Maestro-discípulo. La salvación es un regalo, pero el discipulado es caminar con Él. Debemos crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, a fin de ser totalmente libres.
Al caminar en la verdad, somos transformados por la renovación de nuestras mentes bajo su instrucción y ejemplo. Una relación íntima, obediente y disciplinada con Dios es el “conocimiento” que verdaderamente nos hace libres.
Señor Jesús, que tu verdad me lleve a la santificación, apartándome para ti y tu servicio, quiero esforzarme para ser un obrero aprobado, que no tenga de qué avergonzarme y que use bien tu palabra que es verdad, Amén.