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Jueces 2:17  “Con todo no escucharon a sus jueces, porque se prostituyeron siguiendo a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se apartaron pronto del camino en que sus padres habían andado en obediencia a los mandamientos del SEÑOR; no hicieron como sus padres”. 

Por: Daniel Mora Jiménez.

Dentro de las definiciones de la palabra obediencia, encontramos que significa: “cumplir con la voluntad de quien manda”, es por ello que, la obediencia es el efecto de una acción previa, denominada “oir”, por ello, para que los hijos realicen la voluntad de su padre, este deberá previamente darles las instrucciones de lo que desea que hicieren. Es preciso recalcar que, cuando en la biblia se menciona la palabra “oir”, no solo hace alusión a la acción de escuchar un sonido o una voz, puesto que en el hebreo esta palabra se traduce como shamá, que también se refiere a “oír inteligentemente con implicación de atención u obediencia”; otro de los detalles que podemos señalar, es que la obediencia se produce de alguien de menor rango hacía alguien de mayor rango, por ejemplo, un soldado obedece la orden de su general por que reconoce su autoridad. 

La desobediencia es el producto de un corazón endurecido, tal como lo señala el escritor de Hebreos en el capítulo 3 verso 7 y 8: “si oyeren hoy su voz, no endurezcan su corazón”, a la vez, la desobediencia se produce ante la falta de reconocimiento de la autoridad de Dios sobre nuestra vida, como lo vemos en el libro de Malaquías 1:6 “Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honor? Y si yo soy señor, ¿dónde está mi temor?”. Por lo tanto, vemos que el pueblo de Israel endureció su corazón ante la voz de Dios, pues pese a que todos escucharon sus mandamientos y fueron instruidos de generación en generación, no los oyeron diligentemente, sino que se desviaron del consejo de Adonay. En el nuevo testamento encontramos una exhortación similar en Santiago 1:22 “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica” (NVI). Todo hijo de Dios no solo debe escuchar la palabra de Dios, pues somos llamados a ser hacedores de ella, viviendo una vida en obediencia, reconociendo que El Dios Eterno gobierna sobre todo y aún sobre nuestras vidas. 

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