Lucas 1:74-75 “Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos. En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
Amados hermanos y amigos, las promesas del Eterno son para nuestra vida un aliciente y refrigerio, pero es importante comprender lo que se requiere hacer para que esas promesas sean una realidad en cada uno de nosotros. En el marco de la lectura bíblica, esta liberación es todo por gracia, siendo en realidad una concesión divina, en razón a lo que la misma Palabra de Dios nos manifiesta en Lamentaciones 3:22-23 “Por la benevolencia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus benevolencias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”.
¡Cuán rica y completa es la visión que se da aquí de la obra del Jesús! Primero, el gran propósito de la redención “para que le sirvamos”, es decir, “al Señor Dios de Israel”. Por eso es que la liberación que el Eterno hace en sus hijos por medio de Cristo Jesús, se enfoca, a que somos libres del enemigo y del pecado, por cuanto el pecado es uno de los enemigos de cuya mano necesitamos liberación. En virtud, que, al darnos a Su Hijo, Dios también nos ha dado una concesión de libertad del pecado.
Asimismo, nos da libertad del enemigo, el “yo”, por cuanto para que el pecado no tenga dominio sobre nosotros, el “yo” debe ser puesto sobre el altar de la muerte. Mientras viva el “yo” carnal, será el servidor del pecado. Y finalmente, del enemigo, Satanás, el gran acusador que siempre está listo para presentar una acusación desafiante contra el Señor, contra su evangelio o contra nosotros mismos. 2 Corintios 2:11b “No ignoramos sus maquinaciones”. Ante ello el Señor nos llama a que seamos “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” Efesios 6:11.
Con todo lo que nuestro Padre Celestial nos menciona en este día, tengamos muy en claro que estamos llamados a servir en santidad y justicia delante de Él, es decir, todo lo que hacemos lo hacemos en Su presencia, lo cual, da sentido a nuestra libertad, porque hemos sido librados de la mano de nuestros enemigos, para que sirvamos sin temor todos nuestros días. Shalom, Cristo viene pronto.