Lucas 24:46 “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
Tomemos a Jesús como modelo en la adversidad. Él fue a la cruz sabiendo lo que padecería, pero lo hizo porque estaba persuadido de que era necesario. Sin cruz y muerte no habría resurrección. Sin resurrección, no habría perdón de pecados ni para Jerusalén ni para las naciones, ni para nadie (Lucas 24:47).
Jesús entendió que el padecimiento era necesario, que no era un sin sentido, que no era simplemente que el mundo conspiraba en su contra, sino que detrás de todo había un propósito noble, grande, universal.
Nosotros debemos tomar nota de esto, y esforzarnos por entender el propósito de Dios para nuestras vidas, que a veces pasa por el camino de la exaltación, la gratitud, la armonía entre hermanos y la koinonía, pero a veces también significa cruzar el valle de sombra de muerte (Salmos 23:4).
Mire que el salmista no descartó este pasaje de su hermoso canto de confianza. Admitió que el creyente al menos una vez en su vida debe transitar en adversidad, pero también afirmó que no tiene por qué ir con miedo. Y que ciertamente no tiene que hacerlo solo. “Tú estarás conmigo”.
A menudo, como dijo Pablo, la adversidad es el momento en que aprovechan para aparecer todas nuestras desavenencias. Nos reprochamos, buscamos culpables, peleamos. Un antídoto para esto es ser como Jesús, persuadidos de nuestro propósito, de que las tribulaciones no son ocasiones para señalarnos, sino que son necesarias para que avancemos en el reino de Dios.
Debemos repetirnos unos a otros: Hermano, este momento de aflicción es necesario, pero no estás solo. Pongámoslo en práctica. Apliquemos desde ya este remedio para la salud de la iglesia.