Lucas 4:36 “La gente, asombrada, exclamó: «¡Qué poder y autoridad tienen las palabras de este hombre!. Hasta los espíritus malignos le obedecen y huyen a su orden”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
Lo que más impresionaba a los sencillos y aturdía a los poderosos era la autoridad y poder de Jesús. Querían saber de dónde los había obtenido (Lucas 20:2).
Hay un malentendido en el mundo religioso acerca de la autoridad: creemos que sirve para mandar a otras personas. Todo lo contrario. La autoridad sirve para liberar a los oprimidos de toda carga impuesta por el pecado y por el diablo (Lucas 4:18-19).
La autoridad pertenece a Cristo, y nosotros también le pertenecemos a Él. Cuando nos envía a predicar su reino y le obedecemos, entonces su autoridad nos acompaña, y somos capaces de las grandes obras que Él prometió (Marcos 16:17-18). Pero cuando caminamos en desobediencia, estamos rechazando la autoridad del Señor.
Para actuar y hablar en la autoridad del Hijo de Dios, primero debemos pasar por la puerta de la obediencia a Él. Esa obediencia da como resultado que al hablar y obrar, otros se pregunten de nosotros: ¿Quién les ha dado este poder?.