Marcos 10:6-9 “Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
La Palabra de Dios habla acerca del matrimonio. Podemos encontrar este tema desde el Génesis con el relato de la primera pareja, hasta el Apocalipsis, donde se menciona a la esposa que le dice al Señor Jesucristo “ven”. Dios utilizó el matrimonio como un modelo para muchas de sus enseñanzas, por medio de él enseñó acerca de su amor por su pueblo y la fidelidad que su pueblo le debe como Señor. Por medio del matrimonio Jesús enseñó acerca de su unión con la iglesia, de la salvación, de la urgencia de ser salvos, del evangelismo, del cielo y el infierno, de la resurrección, de la vida eterna y su segunda venida. Y llama la atención también el hecho de que su primer milagro lo hizo dentro del marco de un matrimonio.
La Biblia enseña que el matrimonio es una unidad tan fuerte, que los esposos dejan de ser dos personas y ahora son una sola. Es tan fuerte este concepto de unidad en un matrimonio que en la Biblia la misma palabra que la define, es la misma que designa la unidad que hay entre las personas de la Trinidad. En Deuteronomio 6:4 las Sagradas Escrituras dicen: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. La palabra que se traduce “uno” es del hebreo ekjad y es la misma palabra que se usa en Génesis 2:24. Esta unidad no la producen los seres humanos, sino Dios a través de su Espíritu Santo. Lo que nos corresponde como cristianos es conservar esa unidad.
Uno de los enemigos más poderosos del matrimonio es el divorcio. Pero ese no es el plan de Dios. El Maestro afirma que el matrimonio es una institución divina. El matrimonio no nació en el corazón del hombre. Los seres humanos no lo inventaron. Sino que es una idea de Dios, es un plan original de Dios. Dios instituyó el matrimonio con la idea de que perdurara para siempre.
El matrimonio es la voluntad de Dios y si es la voluntad de Dios, Él promete santificarlo, bendecirlo, sustentarlo y sostenerlo. El matrimonio es para Dios uno de los más altos valores y tesoro de inescrutables riquezas espirituales, morales, físicas, psicológicas y aún materiales. Oramos por los matrimonios, que el Señor encamine sus corazones a darle a su matrimonio el mismo valor que Dios le da, ¡Amén!.