Marcos 13:11 “Y cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.”
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Jesús preparó a sus discípulos para los desafíos que enfrentarían al proclamar el evangelio. Les aseguró que, aun en los momentos más difíciles, como al ser llevados ante autoridades o en medio de persecuciones, no estarían solos. El Espíritu Santo estaría con ellos, dándoles las palabras correctas para hablar con sabiduría y valentía.
Este versículo resalta una verdad importante: nuestra dependencia no debe estar en nuestra capacidad o elocuencia, sino en la obra del Espíritu Santo en nosotros. Él nos equipa con las palabras, el discernimiento y la paz necesaria para testificar en cualquier circunstancia.
A menudo, podemos sentirnos inseguros al compartir nuestra fe, temiendo no tener la preparación suficiente o la respuesta correcta. Sin embargo, Jesús nos anima a confiar en el Espíritu Santo, quien conoce cada corazón y situación mejor que nosotros. Cuando somos obedientes a su dirección, Él se manifiesta a través de nuestras palabras y acciones, impactando a los demás con el poder transformador del evangelio.
El Espíritu Santo no solo nos da las palabras, sino el poder para proclamar a Cristo en medio de la oposición. Él nos fortalece para hablar con amor y convicción, reflejando a Jesús en cada interacción.
Hoy, entrega al Espíritu Santo tus miedos y dudas al compartir tu fe. Confía en que Él te dará las palabras correctas y la sabiduría para testificar con amor y valentía. Pregúntate: ¿Estoy dejando que el Espíritu Santo me guíe al hablar de Cristo?. Gracias Señor Jesús, porque a través del Espíritu Santo me equipas para testificar del amor de Jesús. Ayúdame a confiar en ti y no en mis propias habilidades. Llena mis palabras con poder y mi corazón con valor para compartir el evangelio en cualquier situación, en tu nombre lo pido, Amén.