Marcos 16:15 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Las últimas palabras de Jesús antes de ascender al cielo fueron una comisión clara: Id y predicar el evangelio a toda criatura. Este mandato no fue solo para los discípulos de aquel tiempo, sino para todos los creyentes a lo largo de los siglos. Como seguidores de Cristo, tenemos la responsabilidad y el privilegio de compartir el mensaje de salvación con todas las personas, sin distinción de raza, cultura o condición social.
El evangelio es la buena noticia de que el hijo de Dios “Jesucristo” vino al mundo en carne, murió por nuestros pecados en una cruz y resucitó de entre los muertos para darnos vida eterna. No es un mensaje exclusivo para unos pocos, sino una invitación para toda la humanidad. Dios desea que todos sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad. Sin embargo, para que esto suceda, alguien debe ir y predicar.
Anunciar el evangelio no significa necesariamente viajar a otro país. A veces, el “mundo” puede ser nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo o vecinos. Cada día, Dios nos da oportunidades, para poder compartir su amor con quienes nos rodean. Podemos hacerlo con nuestras palabras, pero también con nuestras acciones, reflejando a Cristo en nuestra manera de vivir.
El llamado de Jesús sigue vigente. La pregunta es: ¿Estamos dispuestos a obedecer? No se trata de esperar un “llamado especial”, porque la gran comisión es un mandato para todos los hijos de Dios, lavados con la sangre del cordero. Nuestra tarea es ir, predicar y confiar en que Dios hará la obra a través de nosotros. Señor Jesús, usa mi vida para extender tu reino aquí en la tierra, Amén.