Mateo 10:22, Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo.
Por Dayse Villegas Zambrano
¿Es usted un discípulo perseverante? Esta es una de las marcas del discípulo. Si tuviéramos un mural o ‘vision board’ de nuestro discipulado, la perseverancia debería estar destacada allí, en letras grandes.
Leamos bien este verso. Jesús no sugiere que hay que llegar hasta el fin de la carrera cristiana, para entonces ser declarados salvos. Jesús dice que el salvo se distingue por llegar hasta el fin aferrado a su testimonio. En otras palabras, se sabe quién es un verdadero discípulo observando su carrera de principio a fin: el que se sostiene fiel a Jesús a pesar del odio que esto pueda provocar.
¿Odio de quiénes? En este pasaje de Mateo 10 se menciona a los concilios (poder religioso), gobernadores y reyes (poder temporal y político), pero también hermanos, padres e hijos. La familia. El poder emocional que ejerce la familia sobre nosotros no es una fuerza menor, Jesús lo sabe.
¿Qué hacer ante este potencial odio generalizado, que invade todas las instancias de la vida? Jesús nos deja el camino de la resiliencia, la capacidad de adaptarse a la adversidad. “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” nos da una buena idea de la flexibilidad que hay en la mente de Jesús. No se trata de quedarnos haciéndole la guerra a esa ciudad (o a ese concilio o a ese gobernante o a esa familia). Se trata de ser dinámicos, móviles, adaptables y de no devolver el odio, algo muy importante. Donde no fuimos queridos, Jesús no deja lugar para el rencor o el resentimiento, él habla de nuevos comienzos.
¿Es este el destino del cristiano, entonces, huir siempre de esas confrontaciones? No, de ninguna manera. El destino del cristiano es ser victorioso eternamente. Nuestra desventaja, de haber alguna, es temporal. “De cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”, nos hace pensar que apenas alcanzaremos a llevar el evangelio “hasta lo último de la tierra” cuando el Señor vendrá por nosotros.