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Mateo 10:39, El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Por Dayse Villegas Zambrano

Una de las cosas que el ser humano valora y busca es la estabilidad. No tener preocupaciones, no estar en incertidumbre, no sentir angustia ni estar en constante alerta. Alcanzar aquel estado al que hemos llamado paz. Jesús dice: No he venido a darles esa versión de la paz. 

En Juan 14:27, Jesús nos dice que la paz que él trae es diferente a la del mundo, y esta sí es capaz de protegernos de la turbación y del miedo y de darnos estabilidad en el área en que más la necesitamos, que es el corazón. Gálatas 5:22 coloca la paz entre las propiedades del fruto del Espíritu, y por tanto, una de las virtudes de los creyentes. 

¿Por qué necesitamos este tipo de paz interior y no la variedad humana de ausencia de problemas y adversidades? Porque en este mundo uno vive en guerra, y el primer lugar donde recibimos heridas es en la familia. Podemos ser enfrentados con nuestros padres, hermanos e hijos. “Los enemigos del hombre serán los de su casa”. 

La familia es importante porque es el sitio donde somos más vulnerables y en el que podemos estar a salvo o en el mayor peligro. ¿Qué vamos a hacer de encontrarnos en la segunda situación? La opción del creyente será siempre elegir a Jesús. Al enfrentarse a cualquier persona, al ser orillado a escoger entre lo justo y lo injusto, entre la fe y la familia, el creyente siempre elige a Jesús. Él es su hogar, su proveedor, su descanso, su refugio y su consejero. Si esto significa decidir entre el Señor y lo que más amamos en la tierra, que es la familia, la respuesta es clara o debería ser clara para nosotros. Quien no está listo para esto, debe tomar en consideración estas palabras: “No es digno de mí”. 

¿Y quién es digno del Señor? Es difícil responder esto pensando en términos humanos. Jesús tiene una solución sencilla. Quien le sea fiel, lo confiese y lo elija por sobre todo lo demás. ¿Nos pedirá Jesús que nos desentendamos de la familia? Al contrario, en las peores circunstancias solo una auténtica cercanía con él puede llevarnos a hallar nuestra vida y la de nuestra familia. 

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