Mateo 10:7 “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Es usted un discípulo conciliador? Cuando Jesús empezó su predicación, lo hizo con estas palabras: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Y envió a los doce discípulos con el mismo mensaje de reconciliación. Mire esas palabras, hablan del reino de Dios y de su cercanía a nosotros. Indican la intención divina de tener un acercamiento con el ser humano. Cuando hemos peleado con alguien, se nos dice que seamos la ‘persona mayor’ o ‘la persona madura’ y tomemos la iniciativa de buscar al otro para dialogar. Se nos enseña que la grandeza no está en permanecer enojados y con la cabeza en alto, sino en cambiar nuestra actitud e inclinarnos hacia el otro.
Tal como lo hace Dios, que es indudablemente el mayor, pero da el primer paso para volver a una relación de amistad con nosotros. La segunda carta de Corintios (5:18-20) hace eco de esto. “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.
Nuestro servicio consiste en invitar a las personas a reconciliarse con Dios. Pablo usa, además, la palabra rogar. ¿Tendría Dios rogar al hombre que se vuelva a él? Pues sí, lo hace. A través de nosotros. Somos los encargados de esa tarea. Habiéndonos reconciliado con él ya, ahora llevamos a los demás la buena noticia de que es posible.
¿En qué consiste la reconciliación? En entender que la propuesta viene de Dios, no de nosotros. En entender que hay que volver a Dios por medio de Cristo. En entender que gracias a Cristo Dios está dispuesto a no tomar en cuenta los pecados del que se arrepiente. En entender que una vez que hemos aceptado la reconciliación, es hora de ir a llamar a otros ¡Vamos!.