Mateo 12:18-21, He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma; Pondré mi Espíritu sobre él, Y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz. La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque a victoria el juicio. Y en su nombre esperarán los gentiles.
Por Dayse Villegas Zambrano
¿Es usted un discípulo caracterizado por su gentileza? La lectura de hoy, tomada de Isaías y citada en Mateo, describe sin duda a Jesús, el siervo escogido de Dios y el Amado en quien se agrada su alma.
Y al ser nosotros discípulos imitadores de Jesús, este poema es un espejo para todos nosotros. ¿Somos siervos? ¿Hemos sido escogidos? ¿Somos amados? ¿Verdad que la respuesta es sí a todas las preguntas anteriores?
Añadiremos una más difícil: ¿Se agrada en nosotros el alma de Dios? Ah, aquí podríamos tener que pensarlo. Pero no nos desanimemos: mirémonos en el espejo de la palabra para arreglarnos. Para ser como el Señor Jesús y discipular como él discipuló, debemos ser llenos del Espíritu. Es lo primero y lo esencial. No conoceremos la gentileza del Señor hasta que seamos llenos del Espíritu.
Y sí, predicar y discipular significa anunciar juicio, dar la voz de alarma, la advertencia de que el reino de los cielos se ha acercado y que la humanidad debe aprovechar el tiempo que aún queda. Pero no es necesario contender ni gritar sobre ello. Nuestra anunciación verdadera y valerosa es suficiente.
No será necesario llevar a las calles una revuelta social, religiosa o cultural. Porque nuestra gentil y humilde presencia, nuestro mensaje gozoso de salvación será suficiente.
Y en este reino no es necesario someter a la fuerza a nadie para que crea o porque no cree, pero quisiera subrayar esto en especial: en este reino es un ‘no’ absoluto lastimar al indefenso, dominar al débil, apagar al que está quemando sus últimas fuerzas. Anunciamos juicio para que la gente se salve. No ejercemos juicio sobre nadie. El Señor lo hará un día, y hasta entonces ofrecemos esperanza en su Nombre.