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Mateo 16:25 “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

Generalmente, el hombre anhela una vida tranquila, cómoda, sin problemas, llena de honor y felicidad, y a menudo hace todo lo posible por lograrlo en su vida a expensas de la venidera. Pero en la economía de Cristo, cuando alguien intenta salvar su vida aquí en la tierra, significa que su vida (su alma, sus recompensas, su honor) se perderá en la venidera.

En consecuencia, debemos renunciar a nuestros deseos mundanos y aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas. En lugar de buscar la felicidad en posesiones, debemos encontrarla en la realización de nuestro propósito divino en la vida como discípulos de Cristo. Por lo tanto, debemos estar dispuestos a dejar ir nuestro “yo” para seguir el camino más elevado de amor y sacrificio que Jesús nos ha enseñado.

Se dijo una vez que no es tonto quien renuncia a lo que no puede conservar (esta vida y todos los placeres que ofrece), para ganar lo que no puede perder (su vida eterna y con ella todas las recompensas celestiales que vienen al morir a sí mismo y vivir para Cristo).

Vivamos para Cristo cada día que nos queda en este mundo, orando y velando en todo tiempo, perseverando fieles con nuestras lámparas encendidas, porque Su venida se acerca. Amado Padre Celestial, que viva solo para Ti. Ayúdame a morir a mi “yo” para vivir un estilo Cristo céntrico, que honre tu nombre Santo, Santo, Santo. Que el Señorío de tu amado hijo, sea una realidad cada día en nuestras vidas, decisiones, palabras, pensamientos y accionar.  Que vivamos solo para Ti, para tu alabanza, honra y gloria. En el nombre de Jesús, Amén.

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