Mateo 20:28. Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Escrito Por:Dilvany Gámez de Moreno
El acto de servir puede ser percibido de diferentes formas, para algunos es un privilegio, una forma de ejercer el liderazgo u autoridad, para otros puede ser una carga, porque ese rol le corresponde al líder no tiene que ver conmigo.
Tampoco se trata de ver la nobleza de servir con grandes hazañas; más bien tiene su base en detalles de la cotidianidad, como por ejemplo cumplir con mi palabra si manifiesto que voy a llegar a las 10:00 a.m., pues debo esforzarme por llegar a dicha hora, dar un vaso con agua, una sonrisa, inclusive si tenemos síntomas gripales deberíamos usar la mascarilla para no contagiar a los demás.
La Biblia, está llena de ejemplos de personas que sirvieron a otros por amor a Dios, ahora mismo podríamos identificarnos con algunas de ellas, pero piense en esta interrogante ¿a la imagen de quién estamos siendo transformados?, estamos siendo transformados a la imagen de Jesucristo, y siempre debe ser nuestra vara de medir al momento de examinar mi vida de servicio, en el hogar, en la familia, en la iglesia.
En el contexto de este pasaje, una madre le pide al Señor Jesús, que sus hijos formen parte de su gabinete, es decir, que gobiernen junto a Él. Esta madre quería lo mejor para sus hijos, pero Jesucristo le respondió que no sabían lo que estaban pidiendo, ni Él tenía el poder de decidir quién se sentaba a su derecha o su izquierda. El reino de Dios no consiste en procurar acceder a un lugar de honor, potestad que está dada solo por el Padre. Jesús les dio una lección de servicio a los demás, aun sabiendo que era el Hijo de Dios, les dejó claro su disposición a servir y dar su vida en rescate por muchos, no obstante el Padre lo exaltó. ¡Cuántas veces has tenido la oportunidad de ser instrumento de Dios, al servir al pueblo de Dios y no lo has hecho!.