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Mateo 22:37-39  “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Escrito Por:  Welinton Flores Flores 

“Con todo tu corazón, alma y mente” se resumiría en una frase “nuestra entrega absoluta a Dios”. Esto significa que debemos darle a Dios todas las áreas de nuestra vida, sin retener nada, dispuestos a abandonar nuestros propios deseos por hacer su voluntad.

Nuestro amor por Dios también debe ser intelectual, escudriñar su Palabra, buscar una comprensión profunda de su carácter y su voluntad para nuestras vidas. No solo debemos tomarlo como un mandamiento sino una forma de vida, con convicción que sin Él no podríamos existir. 

Y claro, es loable amar a Dios en su perfección porque Él nos amó primero, y día a día nos muestra su misericordia, ¿pero lo es así con el segundo mandamiento que menciona en el Versículo 39 de Mateo 22?  “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, en realidad no estamos hablando de dos amores tan diferentes pues en su Palabra dice, que el Amor a Dios debe ser semejante al amor hacia el prójimo debemos interesarnos en el bienestar, la felicidad y la prosperidad de ellos, así como en todo lo que lleve a fomentar su beneficio temporal y eterno.

Cultivemos el espíritu de amor y de bondad, y desechemos todo lo que sea desagradable, por insignificante que parezca. En las Sagradas Escrituras 1 Juan 4:20 dice: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto”. 

El amor es el más grande sentimiento para dar y recibirlo, y lo aprendemos de un Dios lleno de amor y de bondad.  Padre Eterno, gracias por permitirme comprender que tu amor perfecto y sin mancha, llena mi alma corazón y mente para amarte con amor eterno, y así mismo, ofrecer y dar amor a mi prójimo sin excepción, a través del perdón y la misericordia, en nombre de Jesús,  Amén.

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