Escrito Por: Jackson Villalobos Duarte
Mateo 22:39: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
El odio… herramienta más útil de Satanás; madre de todas las disensiones y pleitos conocidos como el racismo, el regionalismo, entre otros tipos de pensamientos y estigmas sociales incoherentes que causan odio; a consecuencia del odio en el corazón de las personas, podemos ver el desarrollo de guerras, discriminaciones, asesinatos, acoso escolar, etc.; vemos como el mundo se destruye a si mismo a causa de su propio mal.
Cristo resumió los 10 mandamientos en 2, y el segundo podemos encontrarlo en el versículo 39 de Mateo 22: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”, nuestro Señor y Salvador Jesús, estando en la tierra, demostró un ejemplo de humildad, mansedumbre, gozo, entre otros ejemplos muy hermosos; uno de ellos es el amor, el amor es lo contrario del odio. Cristo nos dice que amemos a nuestro prójimo como nosotros nos amamos, es decir, nadie quiere que sobrevenga mal alguno ¿no?, entonces porque desear, hacer o hablar mal de alguien por odio o disensión en vez de demostrar el amor que Cristo ejemplifico y nos mostró, y mostrar amor a nuestro prójimo que es el vínculo perfecto (Colosenses 3:14).
Un trato amoroso hacia las demás personas denota una diferencia en nosotros, genera un asombro, curiosidad o incluso un impacto en la persona hacia quien se le da el trato. Con este obrar podemos testificar acerca del amor de Cristo, por eso es importante que nos mantengamos íntegros en el trato hacia los demás (Juan 15:12). Cabe recalcar que este trato debe de salir del corazón y no de boca hacia afuera, Dios conoce nuestros corazones, y Él ve si existe hipocresía y si en nuestro corazón existe el aborrecimiento hacia alguien pues esto no es íntegro, en la Biblia se toma a este tipo de personas por homicida ya que permanece en muerte y el amor de Cristo no está en él (1 Juan 3:14-15).
Debemos de obedecer en su totalidad el mandato que Cristo nos dejó, mostrando amor hasta con aquellos que son contrarios a nosotros; porque como Cristo preguntó: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?” (Mateo 5:45-47), al nosotros limitarnos en dar un trato amoroso solo a las personas que nos aman, no ejercitamos el amor que Cristo nos demostró, y esto es nocivo para la vida espiritual y para el testimonio, mostremos un amor y trato hacia los demás de forma íntegra (1 Juan 4:19).