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Mateo 23:12: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Por: Xavier Yánez Cando

Jesús pronuncia estas palabras en un contexto de crítica hacia los fariseos, quienes buscaban reconocimiento y honra pública. Él contrasta su actitud con la verdadera humildad, que debe caracterizar a sus seguidores.

Este versículo nos presenta una aparente contradicción: La verdadera grandeza se encuentra en la humildad. El camino hacia la exaltación, no es a través del orgullo y la arrogancia, sino a través del servicio y la humildad. Jesús nos enseña que el que busca su propia gloria, la pierde, pero el que se humilla ante Dios y los demás, es exaltado por Él.

La humildad no es una debilidad, sino una fortaleza, es el camino que nos lleva a una relación más profunda con Dios y con los demás, implica renunciar a nuestro ego y a nuestros deseos de reconocimiento y control, debemos poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras y eso aplica a la iglesia de Cristo y así demostramos el amor a los demás. 

La promesa de Jesús es que el que se humilla será exaltado. Esta exaltación no es necesariamente terrenal, sino una recompensa eterna en el reino de Dios y eso aplica a la iglesia de Cristo y a usted que ama a su prójimo.

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