Mateo 25:28: “Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos
Escrito por: Dayami González López
Al venir al reino de Dios y tras ser sellados con el Espíritu Santo, Él nos dio dones y talentos para depositarlos en su servicio. En mateo 25:14-30, Jesús narra la historia de unos siervos a los cuales su señor les había dado unos talentos, pero no todos actuaron de la misma manera frente a ellos. No todos lo pusieron a servir.
Unos siervos tomaron los talentos que les fueron dados, los usaron de tal manera que los hicieron crecer. El Señor se fue de viaje tras dejarles sus talentos, pero al regresar e ir a pesar la obra de sus siervos, a estos que usaron sus talentos los felicitó.
La parábola nos deja ver que independientemente de cuántos talentos su señor les había dado y en cuánta medida los hicieron crecer, el señor premió su disposición, su fidelidad y su trabajo.
En cambio, hubo un siervo que decidió esconder su talento. La Biblia no especifica si él creyó que su talento era menor o era muy poco respecto a los otros siervos, pero no usó su talento, sino que lo escondió. Este siervo sólo recibió de su señor la retirada de aquel único talento que le había sido entregado, unas palabras de desaprobación y con certeza la imposibilidad de volver a recibir otros talentos.
Tal vez hoy, como a este siervo, nos parece que nuestro Señor no nos ha dado un gran talento para hacerlo crecer. Creemos que el talento de otros es mayor o tiene más honra o simplemente no deseamos honrar al Señor de los talentos con lo que nos fue dado. Pero esta parábola nos recuerda que nuestro Señor no nos va a juzgar por lo inmenso que nos impresione a nuestros ojos el talento que nos fue dado, sino por el crecimiento que evidenciemos con este don, talento, regalo, que El Señor nos entregó para nuestro crecimiento y el de las personas que nos rodean.