Mateo 26:14-16 “Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les dijo: —¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús? Ellos le pagaron treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús”.
Por: Daniel Mora Jiménez.
La Biblia nos muestra que de los doce discípulos del Señor, once perseveraron en obediencia a Dios y uno ante su deleite por lo terrenal, pereció; Judas Iscariote, quien entregó a Jesús por treinta monedas de plata, pese a que anduvo también con el Señor, estuvo cerca de Él, escuchando sus enseñanzas, las mismas que escucharon los demás discípulos, esto nos muestra que la traición de Judas fue el fruto de no prestar atención a las enseñanzas dadas por su Maestro. A la vez, esto evidencia que nada quedó guardado en su corazón, pues todas las enseñanzas de Jesús eran opuestas a la forma con la que se comportó Judas Iscariote
Ciertamente la historia y el final de Judas es lamentable, pero debemos usar su historia para hacernos una autoevaluación con la ayuda del maravilloso Espíritu Santo de Dios, así como Judas escuchó las enseñanzas del Señor, nosotros también podemos estar escuchando la Palabra de Dios por cualquier medio disponible, entre ellas por la predicación de un siervo de Dios, por la radio, redes sociales, pero esto no garantiza que nuestro corazón sea pronto para obedecer.
Debemos analizar si verdaderamente estamos siendo obedientes al Señor, viviendo en santidad y consagrándonos, a fin de dar frutos de obediencia siendo de buen testimonio donde sea que estemos.
Oremos al Señor por su ayuda, a fin de que podamos ser hijos obedientes, que lo amen y le adoren en espíritu y verdad, que no exista en nosotros desobediencia o desacato a sus mandatos, para que todo lo que hagamos sea de su agrado, para honra y gloria de su Santo Nombre.