Mateo 4:16 “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les resplandeció.
Por: Dayse Villegas Zambrano
Cuando Jesús empezó su ministerio, no buscó la ciudad más grande (Jerusalén) ni aquella que le era más familiar (Nazaret). Se fue a Capernaum “para que se cumpliese lo dicho por el profeta” (Isaías 9:1-2). Jesús era un hombre de gran emocionalidad y de mucha lógica. Pero para tomar decisiones él tenía una guía distinta. Era llevado por el Espíritu de Dios y seguía el camino que le habían trazado la Ley y los Profetas en las Escrituras. Capernaum era el lugar para empezar a predicar. Isaías la había llamado Galilea de los gentiles, pueblo asentado en tinieblas, en región de sombra de muerte. Allí encontró Jesús a Pedro, a Andrés, a Jacobo y a Juan. Se convirtió en maestro y tuvo discípulos. Nació un ministerio que duró tres años y hasta hoy sigue dando fruto.
Al tomar decisiones, podemos usar los sentimientos. Me gusta, no me gusta, me enoja, me incomoda, ‘me nace’ o ‘no me nace’. O la lógica. Me conviene, no me conviene, salgo ganando, salgo perdiendo. Son decisiones que, en el mejor de los casos, dan beneficios temporales, y luego se apagan. Pero podemos seguir el ejemplo de Jesús y apoyarnos en la guía del Espíritu Santo y de las Escrituras. Esto aplica para nuestra vida. Nuestra familia. Nuestro trabajo. Nuestro servicio en la obra del Señor. Si queremos que todo lo que hagamos dé fruto y tenga trascendencia eterna.
Jesús nunca estuvo en el lugar equivocado, ni siquiera cuando estuvo en el calvario, tampoco cuando estuvo en el sepulcro. Siempre estuvo donde debía estar y en el tiempo exacto para que el propósito de su vida se cumpliera, y eso incluyó varios sitios y momentos de oscuridad. Pero su Luz resplandeció en esos lugares.