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Mateo 5:14 “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

¿Recuerda a Moisés escondiéndose en el desierto de Madián? Moisés, que en unos años se convertiría, literalmente, en el iluminado por el Señor (Éxodo 34:29), primero quiso volverse invisible ante el mundo y ante Dios. Cuando venimos a Cristo, todos pasamos por un momento similar al de Moisés, el momento del llamado. Jesús no dice que algunos creyentes son la luz del mundo y otros pueden elegir no serlo. Él habla de un colectivo luminoso al que ha puesto en un lugar visible para que dé luz. Y añade esto: no importa cuánto lo intentemos, no podemos escondernos. Estamos aquí para brillar. No para escalar puestos o ponernos en exhibición por cuenta propia. Simplemente ocupamos el sitio en el que Dios nos pone. 

Pero hay algo más, Jesús no dice que la luz sean nuestras buenas obras y nuestra buena conducta. Jesús dice que la luz permite que la gente nos vea en acción. Y él es la luz que resplandece en nosotros (Juan 8:12). El reflector no cae sobre nosotros para que nos admiren. La luz está para que los que nos vean en acción glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5:16). Nuestro papel en la historia del mundo es principal, pero no estelar. No hay entre nosotros ciertas celebridades para ponerlas en un pedestal y que nos representen. Hay uno solo que es merecedor de toda gloria y honra, y ese es nuestro Padre Celestial. 

Tampoco podemos brillar por partes. Jesús nos llama a iluminar como un solo cuerpo, como un todo. Estamos cumpliendo con lo que se nos asignó, brillar con la luz del Señor mientras vivimos de manera agradable a él, para que las personas puedan ver lo que significa ser un ciudadano del reino de los cielos.  Jesús tenía claro que él es la luz del mundo, pero no quiso brillar solo. Extendió su luz entre nosotros y hoy la llevamos en su nombre. ¿Siente que no está brillando? No se esconda. Hable con Dios y pídale que le ayude a iluminar con fuerza en el lugar en el que él lo ha puesto.

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