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Mateo 5:20 “Porque os digo que sí vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

¿Ha visto cómo dan ofrendas los niños? Yo sí. Un momento clásico es cuando un papá o mamá regresa corriendo porque se estaba olvidando y les pone en la mano una moneda y guía al niño para que puedan depositarla. Más que dar algo propio, el niño está aprendiendo un gesto, una actitud. 

Nadie pudo cumplir con las leyes, mandamientos y preceptos dados por Dios en el Antiguo Testamento, por eso Jesús tuvo que venir a hacerlo. Dios podía haber dado por concluido aquel episodio de la historia de Israel y la humanidad como un proyecto fallido, y empezar algo nuevo.  Pero Dios, una vez más, asume la responsabilidad en lugar de un pueblo que no podía cumplir con sus mandatos.

El Antiguo Testamento o antiguo pacto nació por iniciativa de Dios, pero al prever que el ser humano no podría cumplirlo, Él se decidió a suplir también esa parte a través de Jesús, el unigénito Hijo de Dios. Y no de manera simbólica, sino un cumplimiento real y total (Mateo 5:18). 

Así Dios mostró la solidez de su carácter. Alguien que enseña a otros los mandamientos, pero no es capaz de cumplirlos, no merece admiración. Si alguien tiene altas expectativas de otros y se convierte en maestro de ellos, debe ser el primero en cumplir las reglas. Ese es el liderazgo.

Un viejo concepto de liderazgo es dar órdenes, ser el que lleva la voz cantante, el que sobresale. Pero eso no funciona si el líder, no es el primero en hacer aquello que espera que los demás hagan. El que abre el camino para que los demás lo sigan. Más que dar órdenes, da el ejemplo. Jesús, al hablar de la ley, no dice que ha venido para obligarnos a cumplirla. Dice que él ha venido para cumplirla, para así conquistar en nuestro lugar el atributo de justicia, que nosotros no podíamos alcanzar. Ese es el líder. 

Cuando Dios nos exige un nivel de justicia superior al de los doctores de la ley de su época, no está pidiéndonos que le presentemos algo que no podemos alcanzar. Está pidiéndonos que le presentemos algo que Jesús ya alcanzó por nosotros. Como un padre que lleva a su niño a la iglesia y le indica que ponga la ofrenda que él mismo le colocó en la mano. No solo le da ejemplo, sino que le provee de los medios para poder imitarlo.  Y si Jesús es así con nosotros, debemos actuar de la misma manera con los demás. Discipular a alguien es darle un modelo a seguir, pero también darle los recursos para que pueda lograrlo. La iglesia necesita ese tipo de líderes. 

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