Mateo 8:14-15 “Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. 15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía”.
Por: Ps. David Agustín Pérez Vera
Amados hermanos y amigos, la bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella, y en el relato bíblico de hoy, encontramos una bendición maravillosa para el discípulo de nuestro Señor Jesucristo, llamado Pedro. Esta bendición llega a la vida de Pedro a manera de milagro, que gran bendición para él y su amada familia. En este caso, estamos frente al tercer milagro que nos presenta el Evangelio de Mateo, el cual es la curación de la suegra de Pedro, cuyo relato es muy sencillo y a su vez parco en detalles, sin embargo, aporta matices muy significativos y de gran bendición para la edificación de la Iglesia.
Ahondando un poco más en la vida de Pedro, vemos que él tenía esposa ya que el milagro se trata de su suegra. Claro está que, a pesar de que el relato es muy breve, los tres Evangelios sinópticos lo mencionan. De acuerdo con el Evangelio de Mateo este milagro sucede inmediatamente después que la curación del siervo de aquel centurión que dijo: “Señor yo no soy digno que entres debajo de mi techo”.
La presencia del Salvador y Redentor que muestran los evangelios es de bendiciones, sanidad y paz, en razón que, Jesús cubre toda nuestra vida y es la plenitud en quién, le recibe y experimenta el gozo de la Salvación. En el contexto histórico y teológico, encontramos que luego de este hecho las personas que recibieron sanidad o su bendición en respuesta y agradecimiento le servían con gozo al Señor. Esto nos da la pauta por fe, que nunca el Señor ha cambiado Su Esencia, Él sigue siendo el Mismo por la eternidad, y hoy, una vez más nos encontramos que nuestro Salvador siempre está a la disposición de aquellos, que necesitamos sanidad y paz en nuestros hogares. ¿Quién no quisiera tener, el privilegio que Pedro tuvo con su familia?.
Ante toda esta bendición, dispongamos en nuestro corazón delante del Señor, acercarnos confiadamente ante el Trono de Gracia y con corazones contritos y humillados, digámosle al Padre, trae a nuestra vida, familia, hogar, tu bendición que redunde en sanidad, paz, amor, pero sobre todo tu presencia como una fuente inagotable.
Todos juntos digamos al Eterno y Soberano Dios, ¡¡¡Que la bendición de Dios sea este día con nosotros, que podamos ver y sentir Señor que Tu poder se perfecciona en cada uno de los que clamamos en este día, dándonos como a Pedro ante una situación difícil en su hogar, consuelo, paz, sanidad y todo lo que necesitamos!!!, Shalom.