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Nehemías 1:3 “ Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.”

Escrito por: Dayami González López

Nehemías era, lo que hoy podemos llamar, un hombre de Dios, pero a pesar de esto, y por la lejanía en la que se encontraba de la tierra del pueblo de Dios, no se había dado cuenta de que las puertas de Jerusalén habían sido quemadas y los muros destruidos. Necesitó recibir esta información de Hanani, uno de sus hermanos. 

Muchas veces en nuestro crecimiento espiritual, no nos damos cuenta de áreas de nuestras vidas que deben ser restauradas, hasta que alguien con amor nos señala qué puntos pueden ser “puertas quemadas” en nuestra Jerusalén. Áreas que hemos dejado abiertas, por las cuales el enemigo puede entrar y destruir o ya hemos permitido que entre y está afectándonos espiritualmente. 

Nehemías lloró de tristeza al saber esta noticia, pero llorar no cambia los hechos, él se dispuso a reparar los muros y las puertas de Jerusalén. Ideó un plan de acción y trabajó en ello con ahínco.

No podemos lograr crecer espiritualmente si no observamos aquellas puertas abiertas al pecado y no nos levantamos con ayuda de Dios a edificar. Seamos sabios para escuchar a quien con un nivel de crecimiento mayor al nuestro y en sana doctrina nos ayuda a ver esas áreas y seamos prontos a cerrar las puertas que hemos dejado abierto al enemigo de nuestras almas.

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