Nehemías 9:20 “Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
Como hijos de Dios, quienes han aceptado a Cristo como Su Salvador y Señor, estamos llamados a ser seguidores y discípulos de Jesús, oidores y hacedores de su Palabra, legado que comenzó en la tierra por el ministerio de Jesucristo y el ministerio de los apóstoles a comienzos de la era cristiana. La difusión de su evangelio se inició con la autoridad dada a Jesucristo por el Padre y con la unción del Espíritu Santo, cuando las personas se agolpaban para escuchar sus mensajes llenas de amor y esperanza, este fue el inicio de su evangelio, donde miles de personas lo seguían, llenándoles sus corazones de paz y esperanza.
Entre la exposición de sus mansajes el Maestro escogía a personas idóneas útiles para el ministerio, hombres fieles dispuestos a proclamar Su Palabra, en cada lugar donde el Maestro visitaba, las personas que pusieron su mirada en Él, lo dejaron todo por seguir al Maestro. En el caminar con el Hijo de Dios, fueron aprendiendo cada día más de su doctrina, del amor que debemos sentir por la humanidad, hablaba también de la necesaria reconciliación del hombre pecador con su Padre Dios, a lo largo de su caminar muchos milagros ocurrían, la sabiduría de sus mensajes cautivaban a sus seguidores, sus palabras eran de reflexión continua, en diversas ciudades la gente escuchaba atentamente sus mensajes llenos de amor por los perdidos, hablaba también de la reconciliación con los perdidos; a donde Jesús iba la multitud lo seguía, en ese caminar continuo el Maestro iba seleccionando al grupo, de los doce apóstoles, todos ellos con caracteres muy diferentes, distintos incluido el que traicionó al Maestro.
Sus enseñanzas eran muy diversas, su conocimiento era comprometido a la ayuda y al amor por los demás, Jesús en su caminar siempre demostró su amor, compartió con todos ellos su sabiduría, las enseñanzas del Maestro eran espontáneas sin recibir nada a cambio, siempre incluía el amor al prójimo, y la obediencia a nuestro Padre Dios, aprendieron lo que en verdad significa el amor.
Las palabras del Maestro, llenas de sabiduría dio a conocer el significado del verdadero amor sin ninguna retribución, procuró siempre mantener unido al grupo, sus enseñanzas siempre fueron de continuo aprendizaje.