Proverbios 11:24 “Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
La Palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos y está misma Palabra habla hoy a nuestras vidas con un maravillo proverbio. En tal virtud, en un símil con la porción bíblica, más de una vez hemos escuchado decir que los seres humanos sin importar raza, condición social, política, geográfica o religiosa, llegamos sin nada y sin nada partimos de esta tierra. Que, en el camino, por supuesto, vamos tomando posesión de un sinfín de bienes, dicho de esta manera, desde el primer pañal hasta el cúmulo de remedios que buscan alargar la vida en sus momentos finales.
En ese mismo contexto, podemos darnos cuenta que, a través de la vida, vamos acumulando y desechando, comprando y gastando. En primera instancia, somos amparados por padres, abuelos y en algunos casos por algún familiar del núcleo más cercano, quienes generosamente suplen necesidades y gustos, para luego ir tomando la rienda de nuestros consumos con el sudor de nuestra frente. De todo ello, por ser seres con sentimientos, emociones, personalidad y temperamento, algunas cosas se volverán memorables, como esa primera mochila o muñeco que nos dio alguna alegría o las incontables cantidades de prendas de vestir que cumplieron su ciclo sin mayores secuelas.
En tal sentido, no todo lo mencionado anteriormente es ciento por ciento lo correcto. Por cuanto no todo queda condicionado a la utilización material. La figura presentada, no es que simplemente nos vamos como llegamos, porque la forma en que atesoramos o desechamos, es decir, la forma en que nos apropiamos, gastamos y acumulamos los recursos a nuestra disposición, es lo que al final del día, evidencia la realidad de nuestro corazón. El alma será afectada por la forma en que interactúa con los bienes materiales que posee o anhela. Esa interacción no solo manifestará la necedad o sabiduría del corazón, sino que también podría aumentar o disminuir ambos estados.Esto nos lleva a la gran pregunta de este día ¿cómo dejar la necedad y empezar a ser sabios y entendidos con los bienes materiales que tenemos a disposición? La respuesta la encontramos en una sola palabra: generosidad. Es interesante que esta palabra “reparten”, que se traduce como “generosa” en el versículo de hoy, venga de una palabra hebrea que significa “bendición”. Un alma generosa es aquella que bendice porque está dispuesta a compartir lo que tiene para enriquecer al otro, justamente lo que hace Dios con nosotros. Corroborando lo mencionado en Proverbios 11: 23ª “El deseo de los justos es solamente el bien”. Complementando la hermosa imagen de un hombre dadivoso y compasivo que distribuye generosamente su bondad hacia los demás sin restricciones y la consecuencia de esto es que se encuentra altamente bendecido, Shalom.