Proverbios 11:25 “El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado”.
Por: Marianella Layana de Jácome
Dios es el dueño de todos nuestros bienes, la primera interpretación de este versículo es que nos anima, no pide que seamos generosos con nuestros bienes, con nuestro dinero o nuestras posesiones, pero además de lo material debemos recordar que como cristianos estamos llamados a dar, y este versículo también incluye la generosidad de espíritu.
Fuimos creados para dar, y es posible que una de las causas de la escasez de algunas personas está estrechamente relacionada con la mezquindad, la falta de un corazón generoso para con Dios y con los demás. Las personas generosas, llenas de gracia para dar, sin lugar a dudas recibirán lo mismo de los demás. Si nos esforzamos por hacer el bien a otros esto se convertirá en bendiciones para nosotros mismos.
Si tenemos alguna necesidad, si necesitamos recibir algo, recordemos que lo primero que debemos hacer es dar, hay un dicho popular que dice: “manos que dan, reciben”. Dos formas básicas de practicar la generosidad que se encuentran en varios versículos de la Palabra de Dios son: Primero diezmar y ofrendar y en segundo lugar ayudar a los necesitados. Si Dios nos manda a practicar esto, por qué razón en muchas ocasiones no obedecemos, ¿o acaso lo estamos practicando a cabalidad?
Empecemos analizándonos y cuestionándonos ¿Cómo podemos ser generosos hoy? no se trata solo de compartir dinero o bienes, tal vez con el hecho de compartir nuestro tiempo, talentos, dones, habilidades con alguien que necesite ya estamos siendo generosos. También cuando decidimos ser amables, compasivos, cuando perdonamos a los demás, cuando nos damos un tiempo para escuchar a alguien que está atravesando momentos difíciles, también son formas de ser generosos pues nos estamos dando a nosotros mismos.
Cuando aprendamos a ser generosos, a dar sin miedo a perder, cuando aprendemos a darnos a nosotros mismos es cuando más semejantes seremos a nuestro Señor Jesucristo, Él se entregó por nosotros totalmente sin escatimar nada. Este proverbio trae una bella enseñanza que nos recuerda que al ser generosos y al compartir con los demás, terminaremos siendo saciados en la misma medida en que hayamos saciado a otros. Amado Padre ayúdanos a perseverar fielmente en la buena mayordomía de nuestros bienes, dones y talentos.