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Proverbios 15:3 “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.”

Escrito Por: Jackson Villalobos Duarte

A lo largo de la historia se ha originado una serie de celebraciones tales como: Cumpleaños,  bodas, graduaciones, condecoraciones, etc.. Cabe acotar, que la Biblia registra algunas de éstas, no obstante, se debe diferenciar la manera en que un cristiano y una persona del mundo celebran las mismas. 

Por lo general, en el mundo, una fiesta o celebración incluye: música, alcohol, bailes indecentes, palabras corruptas, quizás drogas; incluye todo este tipo de cosas que no agrada a Dios, cosas que traen destrucción a la vida de las personas, como ejemplo tenemos al alcohol. La Biblia nos dice que eso está mal cuando se refiere en Efesios 5:18, sobre embriagarse, otro ejemplo mencionado es la música mundana con letra que no edifica, que por lo general habla de indecencias e inmoralidad sexual, ofendiendo a Dios que es Santo, Santo, Santo, y, muchas otras cosas que forman parte de una fiesta pagana, que lo único que hace es corromper el corazón (Pr 4:23).

El versículo 3 de Proverbios 15, expresa que los ojos de Dios están sobre buenos y malos, Él ve nuestras acciones, nuestros sentimientos y pensamientos; acordémonos que somos templo de Dios y morada del Espíritu Santo, y debemos de cuidar nuestro templo no contaminándolo con las inmundicias del pecado, ni con el impulso del momento, ciertamente una fiesta puede ser el motivo de una celebración, pero la misma debe ser celebrada sin dañar nuestro templo (1Cor 3:16-17).

La integridad debe de ser una cualidad no negociable, en el testimonio de un cristiano; acordémonos que en la integridad existe el amor, lo puro y la honestidad; el cristiano no puede decir que ama a Dios y luego ir a una fiesta y actuar desenfrenadamente, entristeciendo al Espíritu Santo (Efesios 4:30) y desobedeciendo los mandamientos de Dios y dando un mal ejemplo a las personas que nos rodean, sin importar el motivo de la celebración, existen maneras para celebrarlo y la mejor manera es agradando, alabando y agradeciendo a Dios por el motivo de la celebración, de esta forma  no se incita a pecar y el corazón se guarda íntegramente para Dios, (Sal 119:2).

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