Proverbios 30:5 “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
En el mundo en que vivimos, las palabras no valen mucho. Promesas rotas. Votos vacíos. Juramentos hechos, solo para retractarlos. Garantías dadas, y luego ignoradas. Fueron dichas con tanta emoción: “Te amaré para siempre”. “Hasta que la muerte nos separe”. “Cuenta con nosotros para reconocer tu buen trabajo”. Hoy en día, las palabras se las lleva el viento. Pero con Dios no es así. En un mundo donde las palabras no significan mucho, ¡la Palabra de Dios permanece para siempre! En una vida de promesas rotas, ¡Dios cumple las Suyas! El Salmo 12:6 dice: “Las palabras de Jehová son palabras limpias,
Como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces”. Las palabras del Señor son puras. Son perfectamente puras, como la plata refinada en el crisol.
Los manuscritos originales fueron inspirados por Dios. Y son perfectos, como Dios es perfecto. Puros, como Dios es puro. Si probamos los preceptos, los principios, y las profecías de la Palabra de Dios, probarán que no tienen ninguna adulteración.
Debemos querer la palabra pura, porque sólo ésta nos puede ayudar a crecer. Es triste cuando las creyentes no tienen apetito por la Palabra de Dios. Prefieren que se les alimente con entretenimiento religioso. Debemos tener apetito por la Palabra de Dios, ¡como los hambrientos bebés recién nacidos!.
Los cristianos evangélicos creemos en la inspiración verbal y plenaria de la Biblia. Cada una de sus palabras ha sido inspirada, incluyendo sus conceptos morales y sus enseñanzas. La Biblia, no solo es inspirada, sino que es “infalible”. Infalible significa que no tiene error alguno… ni falta.
En el mundo, hay algunos libros, que dan información. Otros proveen recreación. Y algunos ofrecen inspiración. Pero la Biblia promete transformación. ¡Revolucionará tu vida! Te hará “sabia para la salvación”, te equipará para cada situación, instruyendo, corrigiendo, y reprendiendo, y confortando, Amén.